Si me detengo un instante, si pudiera
apenas un segundo
un momentito de nada
detener la marcha de estos días
que pasan y van pasando
atropellados, iracundos, veloces…
y en medio de ese efímero remanso
de esa pausa mis pensamientos
aquietados de golpe
sin apenas poder comprender del todo ese reposo
aquel alto inesperado
ese como un detenerse, simplemente
sin ton ni son, podría decirse
consiguieran entonces y de pronto aligerar la marcha
y empezaran a rodar de un modo quieto
pausado, reflexivo tal vez
ajenos a toda forma de atropellamiento
sin prisa, sin esa furia que antes
les había estado animando la sustancia.
Si ocurriera, como digo, tal prodigio,
si pudiera ser
sabría entonces volver a lo de antes
redescubriría el modo de atisbar la vida
lentamente, acaso con sigilo
deteniéndome cauto en los detalles
atisbando minucias, pormenores
sorbiendo la existencia poco a poco
en tragos lentos, pausados
seguro, ahora sí, de no dejar pasar de largo
las pistas, las señales
que la vida nos suele ir poniendo en el camino
y que sólo vemos –si acaso las vemos-
tal vez demasiado tarde, a veces nunca;
y sin embargo allí estaban
allí estuvieron siempre, lo sabemos
o acaso sólo lo presentimos, es lo mismo
es igual porque de nada nos servirán entonces
porque ya no están más
porque se fueron
porque despreocupadamente
las fuimos dejando por ahí
por las rutas del mundo, a cada paso nuestro
en las esquinas
abandonadas para siempre y sin remedio
entristeciendo de olvido en los cajones
languideciendo de a poco en los baúles
desangrándose de pena en los rincones...
Elkin J. Calle [Abril/2010]