martes, 11 de enero de 2011
A María Elena Walsh
En la noche redonda,
redonda de oscuridad y Luna,
juega una niña alrededor de un aljibe;
colgada de un mantel de astros se columpia
luego, mientras avanza, sobre el manto oscuro
va pespunteando estrellas
con hilos robados a la cola de un cometa
_caminito de las sombras_
rumbo allá a lo más profundo
a lo más alto, a lo más hondo
como un tris de viento que canta
como un coro, un duende
que se hace música y oscuridad
perdiéndose allá, a lo lejos,
en un agujero abierto en medio de la noche
un soplo de Luna en camisón
el último aliento de un planeta
un sol que se apaga, que se extingue
allá en el mundo, allá en el Sur,
aquí en mi pecho no,
aquí sigue, jugando a hacer canciones
en una ronda que no cesa, que pasa y pasa
en torno del aljibe, junto al pozo:
una chispa, una princesa
una cometa, una estrella de mar
ah, y el mar, el son del mar
y aquella ciudad oscura como una tumba
aquellos edificios como sepulcros verticales
enormes y fríos, como piedras
de madrugada.
Adiós María Elena, qué suerte
que te me quedas en el corazón,
donde no cabe la muerte.
Elkin J. Calle [Enero 11/2011]
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1 comentario:
Gracias María Elena por enseñarme que el eco todo lo repite, que no debemos revelar lo que hacemos y deseamos a Guinarú Guinarú el rey de los guineos...y que -pese a lo que digan los adultos- las aventuras del Tutú Marambá las vivimos quienes a través de ti aprendimos a no cerrar el baúl de la infancia porque simplemente es el mejor tesoro que podemos regalar al mundo.
Adriana Salinas
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